Andrés Mauricio Tamayo cambió el sacerdocio por su otra devoción: El Periodismo

Afirma que su hija Antonia es una real bendición de la vida y es el amor verdadero.

Andrés Mauricio Tamayo

Tiene cara de arzobispo, pero su alma es de periodista y por lo tanto decidió dejar el seminario para dedicarse de lleno a la comunicación en sus diferentes facetas y nunca se arrepintió de esta decisión porque para él, el periodismo y las comunicaciones son un sacerdocio.

Andrés Mauricio Tamayo Marín, hoy director de Divulgación y Prensa de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, ha trasegado por todos los campos del periodismo y cuenta que comenzó como reportero de radio en el Noticiero Económico con Jota Enrique Ríos, donde estuvo cuatro años, luego pasó a Teleantioquia como reportero de la sección económica, y después dirigió y presentó un programa de opinión que se llamaba Espacio Público.

Ahora hace parte del equipo de comunicaciones de la Cámara de Comercio de Medellín donde lleva 13 años de una incansable labor como director. Su carisma y don de gentes le han ganado el aprecio de sus colegas que siempre ven en él, un gran profesional y colaborador con los medios.

Además de todo este recorrido, también presenta el programa de televisión de la entidad, y dentro de su modestia, afirma que lo hace “más por falta de presupuesto que por talento, pero se trata de hacerlo de una manera muy decente”.

¿Andrés Mauricio, de dónde le viene ese amor por el periodismo y las comunicaciones? ¿Es heredado?

Yo creo que la comunicación ha estado en todas las etapas de mi vida. Entonces no es que llegó el momento de una epifanía en el que uno se enamora de esta profesión, sino que es un ejercicio que he venido haciendo todo el tiempo. Y creo que he sido muy proclive a comunicarme y a relacionarme con la gente. Y si hay una profesión que me ayuda a desarrollar eso, de una manera más articulada y ordenada, pues bienvenido sea y por eso estudié comunicación.

¿Cuál fue la inclinación inicial, el reporterismo, las relaciones publicas o cuál era el área de las comunicaciones que le atraía?

Inicialmente y finalmente el periodismo, porque, aunque esté en una organización privada yo sigo haciendo periodismo, de hecho, cuando a mí me contratan en la Cámara de Comercio, fue bajo la premisa que necesitaban dentro de la organización, a un periodista que hiciera y que entendiera el quehacer periodístico.

No manejo las relaciones públicas, porque para eso hay otros expertos que lo hacen muy bien. Lo mío es producción de medios de comunicación y gestión de relaciones con los medios de comunicación del país, justamente entendiendo como funciona.

Usted también quiso ser sacerdote ¿de dónde viene esa vocación?

Cuando yo estaba en bachillerato empecé a asistir a muchos grupos, más como en ese relacionamiento social que uno está haciendo de adolescente, entonces asistí a grupos en la parroquia por donde vivía y ahí me entré a un proceso vocacional que llamaban ellos.

Al final del día éramos 70 en ese proceso de los cuales apenas 35 fuimos aceptados en el Seminario Mayor. Entonces yo ahí me hice una pregunta ¿o me entro al seminario y ensayo a ver cómo me va? ¿O entro a la universidad y me quedo con la otra duda toda la vida?

Entonces rechacé un puesto que tenía en la Universidad de Antioquia que me había ganado y me fui al seminario, y allí estuve dos años, con un cambio muy significativo en el primer año y el segundo.

¿Se alcanzó a poner la Sotana?

Utilizábamos el Alba que era como una sotanita blanca. Fue en el primer año, es muy introductorio, muy exigente académicamente, pero muy ameno.

A partir del primer día del segundo ya te dicen “ojo que vas a ser cura”, ahí es donde se asusta uno. Sinembargo esperé todo ese año y más o menos sobre el mes de septiembre hablé con los superiores y les dije: ni me evalúen que yo me voy a ir, déjenme terminar el año académico porque las materias eran absolutamente encarretadoras, yo estudié lógica, latín, sicología, francés, todas de muy buen nivel.

Terminé ese año académico me volví a presentar a la Universidad de Antioquia y pasé a comunicación social e hice el paso del seminario a la universidad pública.

¿Qué  lo asustó para no seguir con la carrera religiosa?

Finalmente yo creo que las exigencias de la vida religiosa me superan, había un mundo fuera del seminario que yo quería vivir, entonces no podía engañar a la institución llamada Iglesia ni a mí mismo, entonces preferí seguir sirviendo desde afuera.

¿Nunca participó en una manifestación en la UdeA?

No sé lo que es tirar una piedra en la Universidad de Antioquia, de hecho yo toda la carrera la trabajé.

¿Aficionado a algún deporte?

Fui aficionado al fútbol, en el seminario jugué y cuando estaba estudiando seguí jugando hasta un buen día en el que nos enfrentamos en el Tecnológico de Antioquia, Telemedellín contra Teleantioquia y en un choque me rompieron los ligamentos de la rodilla derecha y hasta ahí llegaron las intenciones futboleras.

Y como padre de familia entiendo que su hija es toda su devoción.

La princesa Antonia tiene 11 años, eso sí que es una responsabilidad muy grande. Recuerdo cuando era joven tenía presente mucho la frase de Jaime Jaramillo Escobar un poeta que se hace llamar X504 y él decía: no tengo ningún interés en traer hijos al mundo, es mi acto de protesta contra la humanidad. Yo era de ese pensamiento. Sin embargo por esos avatares de la vida llegó Antonia y es cliché decirlo, pero es una real bendición de la vida y es el amor verdadero.

Lo que me puso muy claro Antonia es en la responsabilidad de guiar una vida, que es una cosa muy compleja, uno puede guiar su vida y puede que la guíe por los caminos que uno quiera, pero guiar la vida de una persona que uno ama tanto es una responsabilidad sublime, diría yo.

¿Algo que identifique a Mauricio?

Una característica que me marca mucho es mi afición por el fútbol, por Atlético Nacional particularmente, y frente a ese tema yo solo digo que nosotros tenemos el derecho a entorpecernos dos horas a la semana. Mucha gente habla del fútbol como una trivialidad, pero si esa trivialidad nos saca del caos en que vivimos el resto de la semana, pues que tan bueno que podamos disfrutarlo.

 Andrés Mauricio Tamayo Marín es Comunicador Social Periodista de la Universidad de Antioquia, Master en   Responsabilidad Social Empresarial de la Universidad de Medellín y la Universidad de Valencia en España.     Ha realizado también estudios en comercio exterior y tratados de libre comercio.