Arrancó la era de lo posible

 

Gloria L. Gómez Ochoa – Periodista

“Nosotros no podemos fallar”, así inició el discurso de posesión de su Gabinete Ministerial, el presidente Gustavo Francisco Petro Urrego. Y nada más cierto.

 

Este 7 de agosto, cuando se inició la era Petro, y la de los nadies y las nadies, (con Francia Márquez, la primera vicepresidente afrocolombiana) el mensaje presidencial es muy claro y contundente para el equipo de la Primera Línea de poder y autoridad del gobierno que inicia.

El reto que enfrenta Petro es enorme y tal como él mismo lo reconoce, su programa es ambicioso. Reforma tributaria, pensional, de salud y la más controvertida, la agraria. No solo todos los ojos de la oposición estarán sobre sus actuaciones tratando de minar sus propuestas y de desfigurarlas para confundir a la opinión pública, incluyendo los medios de comunicación, sino sobre las de su equipo de trabajo.

También las poblaciones marginadas, los afrocolombianos, los indígenas, los más de 8 millones de víctimas del conflicto, las mujeres, las poblaciones LGTBIQ++ y todos quienes han estado marginados, olvidados, ignorados durante años, por un régimen que desangró al país mediante guerra y corrupción, en todos ellos que se aloja la esperanza de un cambio real. “No nos pueden fallar” se leía en un cartel que exponía un joven en la Plaza de Bolívar.

La esperanza de un cambio que sea capaz de superar las grandes brechas, que hacen de este país el más desigual de Latinoamérica, y del mundo. Que tiene la más grande y única diversidad de poblaciones indígenas, negras, mestizas, todas olvidades por el Estado por más de dos siglos. La que en un 10 por ciento de la población concentra el 70 por ciento de la riqueza de esta Nación.

Los ojos de toda Latinoamérica estarán atentos al nuevo gobierno. La experiencia del continente americano con los gobiernos de izquierda no ha sido la mejor, con excepción de Uruguay y Brasil.

Es por esto que la posesión del primer presidente de izquierda de Colombia, el mandatario número 42, en 202 años de existencia republicana, el primero que rompe con la hegemonía de la derecha, se convierte en la representación de lo posible. “Hoy empieza la Colombia de lo posible. Estamos acá contra todo pronóstico, contra una historia que decía que nunca íbamos a gobernar. Hicimos posible lo imposible…Desde hoy empezamos a trabajar para que más imposibles sean posibles en Colombia…”, fueron las palabras del presidente Petro, en su discurso.

Lo posible para superar las brechas que han mantenido a las mujeres en desventajas. Prometió paridad, igualdad en trabajo y salario, «igualdad real, y seguridad para que las mujeres caminen tranquilas». Lo posible para cumplir a “rajatablas” los Acuerdos de Paz y las recomendaciones de la Comisión de la Verdad, y alcanzar la Paz Total. Lo posible para defender la inmensa biodiversidad de este   país.

Debo confesar que pensé que la alegría que sentí el día que Petro ganó las elecciones presidenciales, el pasado 19 de junio, había sido el momento más eufórico. No me imaginé, que la posesión del primer presidente que encarna la izquierda, las reivindicaciones sociales, culturales, económicas, ambientales y políticas, la paz, la vida, la ideas liberales y democráticas, me fuera a arrugar el corazón y me emocionara hasta la médula.

Ese acto tan histórico, como simbólico y emotivo, sin tapete rojo para llegar a la Plaza de Bolívar, con la imposición de la banda presidencial por parte de la senadora María José Pizarro, la presencia de la espada de Bolívar, marca un compromiso con la historia, no solo para Colombia sino para todo el continente americano.

El camino no está sembrado solo de rosas y amor, también habrá espinas, obstáculos, con un país que está en las peores condiciones económicas.

Pero seguir construyendo el camino de la paz, acercando y aceptando las diferencias son el camino para que Petro, el economista, el congresista, el exguerrillero se convierta en el mejor Presidente de Colombia.