Fenalco, protagonista de primer orden en la revocatoria del alcalde Daniel Quintero

 

 Semejante a un cismo religioso, la caída del director de Fenalco Antioquia obedeció a toda una conspiración.

OPINION

Octavio Gómez Q.

No cabe la menor duda que por muchos años la Federación Nacional de Comerciantes FENALCO; y la mayoría de sus filiales se habían convertido -y lo siguen siendo- en un fortín político del uribismo que premiaba a sus dirigentes (léase pastores) con jugosos puestos en el gobierno entre ellos el ministerio de defensa que cayó en manos del entonces presidente de la agremiación, Guillermo Botero.

Desde noviembre de 2003 ostentó como el presidente ejecutivo nacional de Fenalco, entidad a la cual ha estado vinculado como miembro de su Junta Directiva en diferentes ocasiones desde 1985, hasta que fue designado ministro.

La gestión de Botero, nombrado por el presidente Duque, no puedo ser más desafortunada y errática lo que provocó su renuncia en noviembre de 2019. Era todo lo contrario de lo que debe ser un ministro de defensa: una persona que tenga juicio, carácter, mucha prudencia, que pueda liderar a las Fuerzas Militares y Policía, pero con un liderazgo tranquilo y que dé confianza.

En el caso de Antioquia, fortín político del uribismo, las cosas marchaban al compás de los empresarios y dirigentes del más hondo tinte uribista, hasta que se presentó la coyuntura de la revocatoria del actual alcalde Daniel Quintero.

En Antioquia y particularmente en Medellín, se ha tejido un empresariado importante que convirtió a esta región en un protagonista de primer orden en el campo industrial y económico y que fue bautizado como el Sindicato Antioqueño, por un legendario periodista y abogado llamado Humberto López, quien se había convertido en un orientador y consejero de las comunicaciones de las más importantes empresas de Medellín.

Con la entrada en el escenario de Pablo Escobar y el narcotráfico, las cosas se pusieron feas y muchos se dejaron tentar por el “dinero fácil” y se quebraron muchos de los valores y principios de la pujanza paisa. Todas las instituciones fueron permeadas por el narcotráfico hasta el punto de que su mayor líder, Escobar, llegó al congreso de la República.

Lo que pasó de ahí para adelante es conocido por todos, aunque sea solo de forma, y donde muchos aprovecharon para pescar en rio revuelto y hacerse ricos de la noche a la mañana.

Y del Sindicato Antiqueño, nombre eufemístico muy bien asignado por Humberto López, viene la evolución del empresariado que luego se denominaría el GEA. De sindicato pasó a grupo, que se ha distinguido por usar como trampolín, o como se dice en la jerga económica, de apalancamiento, a la empresa más valiosa y sólida de los antiqueños: EPM

Todo iba a las mil maravillas con este juego y transacciones entre políticos, empresarios y dirigentes de uno y otro bando, tanto que lograban ponerse de acuerdo en sus candidatos para la alcaldía y la gobernación y perpetuar de esta forma los negocios, puestos y contratos garantizados al cien.

Y los gremios ahí, defendiendo lo suyo -ni más faltaba- hasta que llegó quien le pusiera el cascabel al gato y la fiesta se malogró.

Y como la cuerda se rompe por el lado más delgado, EPM fue la protagonista. Se rompió la joya de la corona, o para ser más exactos, se perdió la gallina de los huevos de oro.

Hidroituango, donde la feria de los contratos, los yerros y la corrupción hicieron de lo suyo, fue el florero de Llorente. Daniel Quintero, alcalde de Medellín, quien había denunciado desde su campaña electoral la terrible corrupción en EPM, puso el queso como ejemplo. Los ratones estaban acabando con el queso.

Y la demanda interpuesta ante los tribunales por más de 9 billones de pesos contra los contratistas de Hidroituango, y la pérdida de la alcaldía del candidato Ramos apoyada por el GEA y los gremios, puso a los ratones en desbandada y decidieron armar un grupo de presión, que ostentosamente llamaron Todos por Medellín, que más bien pudiera llamarse “Todos por el Botín”.

Y en este entorno se juega en la actualidad el presente y futuro de Medellín. Los parásitos, en vez de unirse a las nuevas ideas y aportar de manera objetiva y sin intereses mezquinos, quieren seguir aferrados al establecimiento y conservar sus privilegios por encima de los de la comunidad.

Por ello les dolió tanto a los del NO, a los que buscan la revocatoria del alcalde, que el director regional de Fenalco, Carlos Andrés Pineda, no se haya dejado manosear ni prestado al juego sucio. Lo pusieron contra la pared: o está con nosotros o en contra.

Y como en los movimientos hegemónicos, los partidos políticos o sectas religiosos no se permiten disidencias, Carlos Andrés Pineda fue forzado a renunciar.

Aquí termina la primera parte de esta escabrosa película por recuperar el poder a toda costa.

Moraleja? Quizá sean tres: la primera es ver como se desenmascara la clase dirigente o ciertos dirigentes que se niegan a soltar el poder o compartirlo al menos con fuerzas alternativas.

La segunda moraleja es la máscara que se le cayó a Fenalco, politizada hasta el tuétano.

La tercera, es que después de estos bochornosos espectáculos con berrinches incluidos por parte de los perdedores, Medellín ya no será la misma. Mire y verá.