La indignación por la muerte de Javier Ordóñez, causó una noche de terror en Bogotá

Foto tomada de facebook

Una noche de hechos violentos perturbó la relativa calma y tranquilidad del 9 de septiembre en la ciudad de Bogotá. Vehículos de policía incinerados, vidrios rotos, establecimientos bancarios afectados y diferentes CAI quemados, fueron solo algunos de los destrozos que dejaron las desgarradoras escenas posteadas en redes sociales y medios de comunicación alrededor del mundo.

Todo surgió a raíz de la indignación de la ciudadanía por la muerte de Javier Ordóñez, abogado y padre de familia quien murió en la noche del martes por violenta detención de la Policía en Bogotá.

El vídeo que empezó a circular por redes sociales causó una profunda tristeza y conmoción por las repetitivas descargas eléctricas que recibió Ordóñez. Los comentarios no se hicieron esperar, los internautas alzaron su voz y piden justicia y más tolerancia por parte de las autoridades.

Por su parte, algunas personas prefirieron tomar la justicia por su cuenta, lo cual desencadenó una serie de protestas y disturbios que dejaron al menos siete muertos, 70 capturados y daños que alcanzan los 14.000 millones de pesos. Medellín, Cali y Neiva también presentaron afectaciones.

Lo que inicialmente era una velatón y actividad pacífica en memoria de Javier y las víctimas de abusos policiales, se convirtió en una batalla campal de lado y lado.

Lo que deja al descubierto un estallido progresivo, el descontento de la ciudadanía, los abusos, la corrupción, la violencia, la pérdida de vidas y un sin fin de asuntos que son como una bomba de tiempo, y de los que los colombianos están cansados de tolerar.

El cualquier sentido, un policía debe servir y prestarle ayuda a los ciudadanos. Deben garantizar que la ley se cumpla, prime la sana convivencia y el respeto. Así mismo, los ciudadanos tienen el derecho de alzar la voz pacíficamente, denunciar si es preciso, pero no llamar ni actuar con violencia.

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