Por la boca muere el pez

 

Si algo ha distinguido al régimen presidencial de Duque ha sido esa cadena de falsas verdades o las afirmaciones que hizo sobre diferentes temas a lo largo de su gestión, tratando convertir hechos evidentes en frases ilusorias, que lo llevaron a ser objeto de burlas y memes que abundaron en los medios y redes sociales.

Duque pensaba más con el deseo que con la razón, y lo grave es que lo hacía públicamente y poco a poco, fue perdiendo toda credibilidad como dirigente y como presidente de Colombia.

Nunca sabremos si lo hacía a propósito o se lo “mandaban a decir”. Creo que sufre de algún trazo de autismo que lo llevó a que lo compararan con el grado de estupidez e ignorancia de Maduro del que dijo al comenzar su mandato: “A la dictadura de Maduro le quedan pocas horas, ya que cada día qué pasa, se fortalece el proceso de transición liderado por el presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó”.

Y como por la boca muere el pez, los hechos y la realidad atragantan al mentiroso: Ahora es Duque al que le quedan pocas horas para salir del poder y su sobrepeso de corrupción, mientras su vecino, Maduro, sigue ahí…

Cabe recordar que Duque nombró a Alejandro Ordoñez (un escudero de la más rancia tradición católica y de la ultraderecha), embajador de Colombia ante la Organización de Estados Americanos, OEA. Allí permaneció los cuatro años haciéndole eco al gobierno colombiano en su cruzada contra Maduro y de apoyo permanente a Juan Guaidó. Cuatro años de los pájaros disparándole a las escopetas, convirtiendo un importante cargo del más alto nivel, en polvorienta trinchera.

Y en los cuatro años del mandatario colombiano, siempre insistió en que Venezuela y su dictador, era el enemigo número uno de los colombianos. Una astuta treta para distraer a los ciudadanos de todas las condiciones de los conflictos y problemas que afrontan todos los días, pero que nunca le dio los resultados esperados.

Los colombianos habían “madurado” y ya no se creían el cuento del pastorcito mentiroso de Duque, que pasará a la historia como el peor presidente de Colombia, el mismo que afirmaba que a Maduro le quedaban pocas horas. Esa fábula del lobo feroz del castrochavismo, que iba a comerse las ovejas en Colombia, le salió por la culata.