Prohibido bailar

 

El entretenimiento, tal como lo conocemos, está en crisis.

 

Hemos estado tan ocupados en proteger la salud que hemos dejado un poco de lado nuestro bienestar emocional. Lo cierto es que necesitamos distraernos. El entretenimiento, tal como lo conocemos, está en crisis.

En Italia, el gobierno ha prohibido el baile como medida para detener los contagios y las aglomeraciones en las discotecas. Pero, para muchas personas mayores en localidades de provincia, el baile de salón al aire libre —incluso con mascarillas y distanciamiento riguroso— era su única distracción. “¿Cuánto me queda de vida, ocho años más?”, se lamentó un bailarín aficionado de 72 años. “No pueden quitarme todo”.

En Buenos Aires, Sylvia Colombo paseó por Caminito, una zona emblemática del barrio de La Boca “que le habla directamente al corazón de los argentinos”, y que sufre por la caída del turismo. Y en Perú, la semana pasada, perdieron la vida más de una decena de personas que se divertían en una fiesta clandestina al intentar huir de una redada policial.

Pero hay esfuerzos serios y concienzudos para devolvernos la alegría. En Alemania más de mil voluntarios acudieron con mascarillas y gel antibacterial fluorescente a un simulacro de concierto organizado por unos científicos que quieren entender cómo se propaga el coronavirus en eventos masivos.

España se ha esforzado por reanimar el fútbol, las playas y las discotecas. David Jiménez se pregunta si el país debería gastar más energía —y fondos— en una revolución educativa que en la reactivación económica centrada en el turismo y el ocio nocturno.

Si bien es cierto que vivimos momentos de angustia, incertidumbre y estrés, Richard A. Friedman, psiquiatra, considera que más que ante una crisis generalizada de salud mental estamos frente a una gran epidemia de aburrimiento.

Hace un par de semanas preguntamos en este boletín qué extrañaban nuestros lectores de la vida prepandémica.

Tyrone Dueñas, de Carolina del Norte, dijo que el cine. Lucía, en Argentina, se preocupaba por los recitales. Desde México, Rafael anhelaba el momento de volver a los estadios:

“Miles de personas, hombro con hombro, alentando a nuestros jugadores con gritos que vienen desde el fondo de nuestro corazón, y chocando manos con el desconocido de al lado que se vuelve un entrañable socio cuando nuestros héroes en la cancha hacen una buena jugada”.

Los fans del Barcelona sin duda van a extrañar a Lionel Messi, que anunció su intención de abandonar el único club al que ha pertenecido en su vida profesional.

The New York Times –Elda Cantú