Juan Guillermo Cuadrado lanzó este martes en Medellín su libro “Panita, esta es mi historia”, un relato muy emotivo y humano de lo que ha sido su vida, antes y después de triunfar en el mundo con sus gambetas y velocidad de sus piernas.
La presentación del libro estuvo a cargo de la editorial Vuelo Azul, en el salón Corales del hotel San Fernando Plaza de Medellín.
Elogiado por poner en aprietos a sus defensores con sus gambetas y ágil manejo de la pelota, Juan Guillermo Cuadrado es una clara representación del fútbol colombiano: técnica, alegría, velocidad física y mental.
Este joven futbolista, proveniente de Necoclí, dio sus primeros golpes a la pelota en el Urabá antioqueño. Entre plátanos, pies descalzos, la violencia de esa época y una familia humilde fue criado y formado con el mejor ejemplo de tenacidad y superación.
Bajo el sello de la editorial Vuelo Azul, el jugador de los pelos ensortijados y sonrisa reluciente, lanzó su libro autobiográfico “Cuadrado”, 208 páginas que resumen su verdadera historia, su habilidad con el balón en las polvorientas canchas de Apartadó, mientras le hacía goles a las dificultades, aferrándose a la fe y a la firme intención de perseguir eso que desde niño sintió en su corazón.
Una autobiografía fascinante, que logra transmitir a través de cada frase, la sensibilidad de quien, despojado de egoísmo o vanidad, busca inspirar, sembrar esperanza y demostrar que más allá de las circunstancias, todo puede ser posible.
Escrito desde la perspectiva de los recuerdos, las emociones, los sentimientos y esas experiencias que fortalecieron su carácter, este libro desmenuza con profundo detalle los hechos personales y profesionales que llevaron a su protagonista a ser un referente del fútbol mundial.
Es así entonces, como el manizaleño Jeins Durán se convierte en coautor de esta obra, que comienza con la historia de “una madre a la que el mundo entero le había dicho que no y de un niño que le dijo al mundo entero que sí”.
– Mamá te prometo que me voy a manejar bien, no te preocupes.
– Ella me abraza, me duele verla llorar, entonces hago lo que quizá ha sido la promesa más importante que pudiese haber hecho hasta ese momento.
– Te prometo que día voy a ser jugador profesional de fútbol. Y cuando eso pase mamá, tú no vas a tener que estar trabajando… y podremos estar juntos.