Del frío del hielo puede nacer el fuego del periodismo y Fernanda Cañas es el mejor ejemplo

 

Historias de vida que merecen ser contadas.

 

Por Daniela García – Octavio Gómez
Fernanda Cañas

La celebración del Día Clásico del Periodista el pasado 9 de febrero le trajo a la memoria a Fernanda Cañas Camargo, los esfuerzos de su familia para que llegara a culminar su sueño de ser periodista. Y fue a punta de vender hielo en Pamplona, su ciudad natal, que hizo posible que llegara a Medellín a sus 17 años, para estudiar periodismo en la Universidad de Antioquia.

Con un sentimiento que llenó de agradecimiento y felicidad su corazón, así celebró Fernanda Cañas el Día del Periodista. Esta es quizás una de las entrevistas más emotivas por su historia de superación y logros alcanzados, gracias a una familia amorosa y trabajadora.

Fernanda es oriunda de Pamplona, Norte de Santander, no estaba para nada relacionada en el medio de la radio o la televisión, por el contrario, su familia la componían personas humildes y del campo, a quienes les tocó vivir esas épocas espantosas de guerra y desplazamiento forzado.

Aún así, llevando a cuesta esos difíciles momentos y viendo nubladas las oportunidades en su camino, Fernanda le imprimía color y entusiasmo a su vida y por supuesto que a donde iba, contagiaba a todos con su energía.

Desde niña, plasmó sus más grandes sueños, las libretas, cuadernos, libros y colores, eran sus aliados. Siempre le gustó aprender y que así mismo, que fuera respetada cuando daba su opinión o narraba sus ocurrencias o historias. Veía en ella sus cualidades de comunicar y escuchar, siempre creyó en que no importaba las veces que cayera, siempre se iba a levantar con más ganas. «Mi familia siempre me inculcó eso, para adelante con honradez y responsabilidad».

Siendo tan joven y a punto de enfrentarse al mayor reto de su vida, Fernanda con tan solo 17 años, decidió viajar a Medellín para estudiar. Con una maleta repleta de ilusiones y sin miedo a nada, porque eso sí, la valentía es su segundo nombre, empezó una nueva vida.

Con ese carisma y don de gentes ¿Quién no la iba a querer? empezó de cero en la eterna primavera a estudiar periodismo en la Universidad de Antioquia y fue recibida con los brazos abiertos. Encontró amigos y profesores que la acogieron y fueron su segundo hogar.



Fue una mujer destacada en la Universidad y por su excelente promedio, recibió una beca para estudiar la maestría. Pero para Fernanda el éxito no era solo lo que alcanzaba a nivel profesional, para ella, su familia siempre estaría primero. A sus 34 años es una mujer feliz con su esposo y su mayor fan, su hijo Salvador, un niño al que todos quieren porque al parecer, le sacó el carisma a su mamá.

Su madre Cecilia Cañas Camargo, le dejó grandes enseñanzas, aunque fue madre soltera, siempre luchó inalcanzablemente por el bienestar de los suyos. A punta de la venta de hielo en las discotecas de Pamplona y congelada (literalmente), logró con sus manos y un corazón calientito repleto de amor, pagarle la universidad a Fernanda. De ahí, partió lo que es hoy su hija, una mujer feliz, profesional y con unos valores marcados en su bella forma de ser.

Fernanda, me cuenta usted que su familia siempre le inculcó echar para adelante pero con honradez y con mucha responsabilidad, valores que se están perdiendo ¿Cómo logró alcanzar ahora sus grandes metas?

Recodando el Día del Periodista, el 9 de febrero, ya hace doce años, recibí mi cartón en la Universidad de Antioquia. Soy nieta de unos campesinos de Norte de Santander que vivieron toda la época del desplazamiento que se vivió en esos años y ellos siempre decían que hay que educarse. 

Ellos tuvieron 16 hijos y mi mamá, Cecilia Cañas Camargo, fue mamá soltera, quien junto con todo el amor y apoyo de la familia Cañas Camargo, logró que yo llegara a esta ciudad a los 17 años a estudiar  a la Universidad de Antioquia y ella me dio la universidad junto con el apoyo de mi familia pero vendiendo hielo en Pamplona, en un lugar bien, bien frio.

Vendíamos hielo y lo empacábamos en bolsas de cuatro kilos y los repartíamos a todas las discotecas de Pamplona. Así es como la recuerdo hoy Día del Periodista, una mujer supremamente guerrera que me sacó adelante con el apoyo de sus hermanos.

¿Y porque una chica, casi una niña todavía, se decidió por el periodismo en una tierra donde no era atractivo para ayudarle a los padres a nivel económico?

Por las personas que me conocen y saben de ese carisma que tengo, que soy muy habladora. Desde niña yo soñaba primero, con ser profesora, ya luego llegaba a la casa, les enseñaba todo lo que aprendía en la guardería y hablaba con todo el mundo hasta que fui encontrado esa vocación del periodismo, de preguntar y escuchar más que todo a la gente. 

Así fue como afortunadamente, pasé la primera vez que me presenté a la Universidad de Antioquia y me convertí en una orgullosa periodista de esta universidad.

¿Cómo venció los temores de llegar a una gran ciudad desconocida, llena de expectativas, pero al mismo tiempo de incertidumbres?

Tenía unos familiares que vivían en Medellín pero yo llegué a vivir a una casa de familia sola. Lo que pasa es que Octavio, uno a los 17 años no tiene miedo, eso fue hace 17 años. Ahora tengo 34.

Más miedo tenía mi familia de dejar a la niña irse para una ciudad tan grande como Medellín, con tantas situaciones sociales, pero realmente yo desde que llegué encontré en mis compañeros y profesores de la universidad, un hogar. Y así fue como muchos me fueron adoptando, me invitaban a la casa, las mamas me empacaban coca, me decían La Toche porque soy de Pamplona Norte de Santander. 

Yo me fui yendo de esa forma y como dato curioso te cuento y te chicaneo, yo me gané una beca para estudiar en la Universidad de Antioquia la maestría por ese buen promedio que saqué en el pregrado y soy además Magister de esta universidad.

¿O sea, ese carácter y energía que tiene las santandereanas te ayudaron para salir adelante en tus propósitos?

Completamente, yo tengo ocho tías y mi abuela y esos son mis grandes referentes además de las primas que tengo y mi familia siempre me inculcó eso, para delante, para adelante con honradez y con mucha responsabilidad y eso es lo soy en este momento.

Veo que tiene un amplio recorrido en el campo del periodismo y las comunicaciones ¿Cómo ha sido el ejercicio de su profesión?

Fue auxiliar en la oficina de información y prensa, luego llegué al periódico GENTE de El Colombiano, manejé Gente de Belén y Envigado, luego pasé al Área Metro de El Colombiano y ahora estoy aquí, gracias a Dios, en la oficina de comunicaciones del municipio de Envigado.

Y la fortuna de llegar a esta oficina de prensa que es muy reconocida, ¿Cómo llegó?

Hay una persona que no podemos olvidar y que usted mismo se va a acordar, se llama Carolina Rendón Muñoz, la anterior jefe de comunicaciones. Ella me enseñó, ella es mi maestra, siempre la recuerdo, fue de las primeras personas que saludé en el día del Periodista y gracias a ella, llegué a la alcaldía de Envigado.  Ella me enseñó y la sigo recordando como las mejores maestras de vida que he tenido.

¿Y a sus 34 años se siente realizada en todos los aspectos de su vida?

Claro que sí, nada que ver con la niña de los 17 años. Ya soy una mujer con un hogar establecido, mi esposo Johan Flórez, con mi hijo Salvador que todo mundo conoce, es un bebé muy famoso y muy contenta, muy feliz y ya me quedo con Salvador. Ya no voy a tener más hijos.

¿Consejos para la juventud de ahora?

Básicamente que uno cuando tiene principios y una familia como la que yo tengo, es capaz de llegar a donde uno nunca se imagina y este es el lugar donde yo estoy que nunca me imaginé ser la jefe de la oficina de comunicaciones, me siento muy orgullosa y el mensaje es trabajar con mucha responsabilidad, respeto y sin pasar por encima de nadie.