El encanto de los silleteros en la Feria de las Flores

 

El territorio de Santa Elena cuenta con el Plan Especial de Salvaguardia, el cual comprende unas líneas de acción que son la hoja de ruta para que la Manifestación Cultural Silletera se preserve en el tiempo

 

“Hemos ido recuperando esas semillas con las que se engalanan las casas de los silleteros”: Alexander Nieto Marín, silletero

 

La frase que sustenta el Efecto Mariposa, que en términos simples quiere decir que “pequeñas acciones son capaces de generar grandes cambios, ya sean para bien o para mal…”, da pie para señalar que la Manifestación Cultural Silletera marcó también la identidad de la raza antioqueña, una que no se amilanó ante las montañas para conectar a los territorios, antes bien, los campesinos del Territorio Cultural Silletero, que comprende a Medellín, Guarne, Envigado y Rionegro, se apropiaron del armazón de madera y el tejido de fique para transportar a cuestas a sus familias y los productos que cultivaban, como herencia de los cargadores de la época colonial.

Sin importar el peso y las largas horas de caminata hasta el casco urbano de Medellín, para la comunidad de silleteros y de los habitantes que empezaban a poblar la ciudad era un asunto de supervivencia; unos comercializaban en las plazas de mercado para tener un sustento económico y adquirir productos que no sacaban de sus huertas y, otros, los compraban para el sustento diario y el crecimiento de la ciudad.

Hasta la práctica del trueque se daba. Ah, y en el momento de dar a luz, cargaban a sus esposas para que tuvieran el bebé en la ciudad.

“Con el crecimiento y desarrollo de Medellín, en el siglo XIX se acentuó la necesidad de productos energéticos, naturales y agrícolas como carbón, leña, tierra y musgo, los cuales eran abastecidos por estos campesinos. En ese entonces, todo lo que llevaban era útil”, explica el historiador y profesional universitario del Equipo de Memoria, Patrimonio y Archivo Histórico de Medellín de la Secretaría de Cultura Ciudadana, Carlos Andrés Orozco Guarín.

Entonces, a medida que se fue dotando a la ciudad de recursos como la energía, el interés de los ciudadanos se centró en otros productos, de manera que los cajones de madera fueron cambiando de color, ya no transportaban ese tipo productos, sino que las silletas ya eran vestidas por matas como los helechos y flores vistosas y coloridas.

Fue tal la incidencia de los cultivos de flores que, según el silletero y representante de la Casa del Silletero Familia Londoño de la vereda Barro Blanco, del corregimiento Santa Elena, Luis Felipe Londoño Londoño, “en 1923 se dieron las primeras exportaciones de flores; esas flores que salieron de Colombia salieron de Santa Elena.

El corregimiento fue pionero en la producción de flores en el país”. Cuenta su madre Blanca Ligia Londoño Alzate que los campesinos responsables de las flores que se exportaron fueron Jaime Ospina y Francisco Ruiz.