El azúcar es el combustible para nuestras células y esencial para la vida…
¿Sabías que el azúcar posee varios nombres dependiendo de donde proviene? Se clasifican así: fructosa (frutas), lactosa (leche) o sacarosa (caña de azúcar, remolacha, sorgo y muchos otros).
Por lo tanto, cuando hablamos de azúcar debemos tomar en cuenta todas estas fuentes a la hora de reducir el consumo de azúcar. Por mucho tiempo se le acusó a las grasas de ser el culpable de los altos índices de obesidad en muchos países.
Hoy en día, la comunidad médica dice que el gran consumo de azúcar es el mayor responsable de los altos índices de obesidad, diabetes y otras enfermedades.
Cuando nuestra dieta consiste no solo en productos ricos en azúcar sino también productos refinados ricos en carbohidratos como la harina blanca y el arroz blanco, nuestro páncreas, el órgano responsable de producir insulina, dispara la producción de esta hormona responsable del metabolismo de los azúcares y carbohidratos.
Con el tiempo nuestro páncreas se “agotará” por la exigencia que impone nuestra manera de alimentarnos.
Nuestro cuerpo puede llegar a insensibilizarse a los efectos de la insulina. Al no poder metabolizar el azúcar eficazmente, el azúcar llega a nuestro torrente sanguíneo causando estragos en nuestros órganos, pues este es perjudicial sino es convertido en moléculas simples que nuestras células puedan asimilar.
