Plaza Mayor, más de 5 décadas siendo sinónimo y eje de progreso y desarrollo en nuestra ciudad

 

Elizabeth Andrade Mosquera es una quibdoseña que llegó a la capital antioqueña hace 34 años. Ella ha logrado salir adelante con sus hijos por medio de su trabajo en Plaza Mayor Medellín, una entidad que por más de cinco décadas ha contribuido al desarrollo de la ciudad y a la calidad de vida de sus empleados

 

“¡Soy feliz! Amo la empresa, me siento feliz con mis compañeros y haciendo el trabajo”. Con un tono de voz enérgico, contundente y una sonrisa que acompaña cada una de sus palabras, así describe Elizabeth Andrade Mosquera sus jornadas laborales en Plaza Mayor Medellín.

 

Una entidad ícono de la transformación de la ciudad que el 31 de mayo celebró 52 años aportando al desarrollo de la capital antioqueña y a la calidad de vida de sus empleados; como es el de caso de esta chocoana de 48 años de edad, que ha dedicado 19 de ellos al servicio de esta entidad.

“Vivo en Medellín desde los 14 años. Llegué porque mi mamá trabajaba acá y me trajo. Era una época muy dura entonces yo ni salía”, recuerda Elizabeth, quien en su adolescencia vivió la etapa más difícil de la ciudad que estaba golpeada por el narcotráfico y el terrorismo; pero también ha vivido de su metamorfosis, porque su vida misma es un testimonio de ella.

Esta carismática madre cabeza de familia, actualmente es la empleada más antigua de Plaza Mayor Medellín. Su sentido de pertenencia  y capacidad de servicio la convierten, sin duda, en uno de los rostros que mejor refleja los valores de la entidad y su historia de vida, en el complemento perfecto para comprender la evolución de ambas a lo largo de los años.

La historia de vida

“Yo tenía a mi niña en un internado para poder buscar trabajo y al niño me tocó mandarlo para Carepa donde la abuela. Por cosas de la vida llegué a trabajar a la casa de la gerente de Plaza Mayor de ese entonces: Margarita María White. Fue algo muy lindo porque desde que yo fui a la entrevista, ella me dijo: ‘yo no quiero que usted trabaje en una casa. Yo la tengo que ubicar en otra parte. Yo la tengo que ayudar’. Trabajé un tiempo allá y luego me salí”.

“Ella me recomendó con una empresa que iba a Exposiciones en esa época. Con el tiempo, la señora de oficios varios, que hacía lo que yo hago ahora en Plaza Mayor, estaba muy enferma, entonces me llamaban a hacer reemplazos; después me vincularon y acá estoy gracias a Dios”, cuenta conmovida Elizabeth.

La evolución personal 

Elizabeth llegó a lo que hasta el año 2006 se conocía como Palacio de Exposiciones y Convenciones Medellín S.A., una sociedad que nació en 1971 y que fue la responsable de construir, dotar y administrar el edificio destinado a promover, organizar y realizar ferias, exposiciones y convenciones de todo tipo.

Su arribo a esta empresa representó un cambio significativo en la vida de su familia. Su nuevo empleo le dio la posibilidad de compartir más tiempo con sus hijos porque pudo retirar a la niña del internado para vivir con ella, tener al niño a su lado cada seis meses, mientras terminaba el bachillerato en Carepa y podía venir a Medellín para realizar sus estudios de educación superior.

Así como su vida inició una positiva transformación, esta mujer dueña de un don de gentes especial, ha sido testigo de algunos de los hitos que han marcado la evolución de la entidad que tanto quiere.

La concepción del Pabellón Verde en 2004, su posterior inauguración en 2013 y la fusión entre el Palacio de Exposiciones y Convenciones Medellín S.A y el Centro Internacional de Convenciones Ltda -CIC-que consolidó a nuestra ciudad como destino turístico de negocios, ferias y convenciones.

“Cuando llegué al Palacio de Exposiciones éramos como 40 personas y en este momento somos 140. Hemos crecido porque somos más y hay más trabajo. La transformación ha sido muy positiva para la ciudad y para todos”, explica Andrade Mosquera.