Restos mortales de Tomás Carrasquilla y su descanso definitivo en el cementerio de San Pedro

 

Reposarán al lado de lado de Jorge Isaacs, en medio de todos los que fueron prohombres en la historia antioqueña

Crónica de Gustavo Álvarez Gardeazábal

El próximo miércoles 19 de abril serán trasteados los restos mortales de Don Tomás Carrasquilla, desde la catacumba donde estuvo los últimos 35 años en la Metropolitana de Medellín, para ocupar su espacio en el Mausoleo levantado en el Museo Cementerio de San Pedro, al lado de Jorge Isaacs y entre medio de todos los que fueron prohombres en la historia antioqueña.

Don Tomás, con el paso de los años (murió en 1940) ha adquirido una mayúscula importancia como el gran escritor de su tierra y ocupa como tal un sitial junto a los muy grandes de la literatura nacional.

Curiosamente fue el mismo Don Tomás quien el 15 de febrero de 1905 montó una esplendorosa carroza, llena de flores y maricaditas de antaño (don Tomás era una señora en todo el sentido de la palabra) para el multitudinario desfile que acompañó los restos mortales del autor de María.

Todavía Don Tomás no había publicado entonces su máxima obra, LA MARQUESA DE YOLOMBÓ, pero ya era un reconocido escritor y columnista. Y, con el paso de los años, se fue engrandeciendo hasta volverse un símbolo de la antioqueñeidad, acaso perdido ahora entre los cajones despotricados del escaparate desvencijado en que han vuelto Antioquia.

Todo honor y toda gloria merece entonces el narrador de la provincia, el habilísimo armador de historias del terruño que se creyó era solo del territorio paisa y hoy son las historias de un país que se enorgullece de su pasado.

Por supuesto, he aceptado la cordial invitación que me hacen las directivas del Museo Cementerio de San Pedro en Medellín y allá estaré acompañando en su postrer desfile a las 3 pm del miércoles 19 de abril, a quien será mi vecino de tumba, esperanzado en que muchos antioqueños también estarán allí para, ante su féretro, no solo revivir ese espíritu que parece perdido en las brumas sino para hacer una tregua ante el máximo símbolo literario de la tierra y deponer por un rato las armas con las cuales se enfrentan hoy, tan estúpidamente en distintos órdenes, unos paisas contra otros paisas.