Sobrevivir e incertidumbre

 

Por: Jaime Palacio (Pala). Columnista invitado

Sobrevivencia e incertidumbre parecen ser algunas de las constantes más reveladoras de la severa contingencia que tiene en vilo a toda la humanidad. Ante la imposibilidad de encontrar aún una respuesta positiva por la vía de una vacuna o un tratamiento efectivo, todos los habitantes del mundo estamos pegados a una sola esperanza: Sobrevivir. Es el verbo que todos conjugamos para que, con una aislamiento total y preventivo, podamos esperar que pasen los picos de contagio con el menor daño posible y la gran mayoría puede reafirmar a una sola voz, que se logró superar esta, la primera y mayúscula crisis de la década.

Ahora, lograrlo será a un altísimo costo, la actuación humana gobernada desde la incertidumbre. Nada en el presente, ni en el futuro inmediato tiene al menos una dosis de certeza; por donde se aborde el análisis de la organización y evolución de todas las fuerzas y actores que mueven la humanidad, la constante será lo incierto de lo incierto.

Son tantas las preguntas sin respuestas que aparecen en el espectro de la decisiones políticas, económicas, educativas, sociales, científicas, ambientales, entre otras, que ni el más aventurero de los que opinan de todo, puede predecir que los comportamientos individuales y colectivos  en los años por venir, se mantengan en los parámetros convencionales hasta ahora aceptados en los diferentes países.

La incertidumbre aparece en aquella definición que algunos hacen de la época, al denominarla como trans  modernidad para significar con ello,  que el nuevo edificio de la institucionalidad mundial requiere de otras bases distintas a aquellas en las que el hombre cree que todo lo sabe y puede, que la rentabilidad del capital es la única palanca que mueve el desarrollo, que la civilización es aquel ejercicio en el que el hombre con la tecnología a su disposición, domina todo lo que se le pone al frente para su propio beneficio.

La incertidumbre por el contrario, conduce a la impredecibilidad y, de pronto, a la ambigüedad; expresiones poco aceptados en la modernidad que hace de la razón la única fuente válida para asegurar el conocimiento y el aprendizaje. La crisis mientras tanto, que aún no se sabe si es causa o consecuencia, se interpreta desde la opinión y, es desde allí, donde salen respuestas que al final no están produciendo sino un solo efecto; aumentar la confusión.

No sé si en otros países, pero por lo menos en el nuestro, pareciera ser imposible que todos nos articuláramos a un propósito común, en tanto se opina desde las esquinas, lo que origina diversas visiones de sociedad y estado, olvidando que el esfuerzo por sobrevivir, es para volver a vivir.