Los hipopótamos de Pablo, crecen como plaga en el Magdalena Medio

 

Brutal ataque de un hipopotamo a campesino en Antioquia

Con seguridad se me van a venir encima los ecologistas, defensores de la fauna, protectores del medio ambiente y toda esa “fauna” radical de los defensores de los animales que ni siquiera permiten que uno mate a un animal en defensa propia.

Ahora, cualquier ataque de una serpiente venenosa, un tigre, un cocodrilo o un leopardo, es culpa de las personas que invadieron su hábitat natural y afronte las consecuencias.

Bueno, en parte podemos admitir este argumento, pero en el caso de los hipopótamos marca “Pablo Escobar”, que habitan en el Magdalena Medio, la cosa cambia, porque fueron “importados” y estaban en confinamiento en la Hacienda Nápoles hasta que algunos ejemplares lograron escapar y con el paso de los años se han convertido en plaga.

Puede sonar pesado el término, pero aquí les dejo dos definiciones del diccionario de la real: colonia de organismos animales o vegetales que ataca y destruye los cultivos y las plantas. Daño o desgracia que afecta a gran parte de una población y que causa un perjuicio grave.

Ambas defunciones se cumplen en el caso de los hipopótamos, tan dañinos y peligrosos como Pablo Escobar, porque su número va llegando a cien ejemplares y se siguen reproduciendo.

Y el problema se le sale de las manos a cualquier autoridad ambiental por lo costoso y peligroso que resulta castrarlos y ni pensar siquiera a llevarlos a su lugar de origen.

Y Cornare, que es la autoridad competente para solucionar el problema, se la pasa derramando lágrimas de cocodrilo y advirtiendo sobre “la importancia de atender las medidas de precaución que se deben implementar para la convivencia con estas especies”.

Algo así como advertirle a la comunidad que se mantenga alejada de las minas quiebrapatas sembradas en su territorio debido a su alta peligrosidad, pero sin ofrecerle a la gente una solución de fondo.

Esta es la explicación oficial de Cornare frente al ataque de que fue víctima por un hipopótamo un ciudadano de Puerto Triunfo:

Frente al infortunado ataque de un hipopótamo a un ciudadano en Puerto Triunfo, Cornare reitera a la comunidad del Magdalena Medio antioqueño la peligrosidad que representan estos animales para la población civil y la importancia de atender las medidas de precaución que se deben implementar para la convivencia con estas especies”.

“Los hechos, que son materia de investigación por parte de las Autoridades y de Cornare, se presentaron en una finca de la vereda Estación Pita de este municipio, por lo que la Corporación insiste en la necesidad de acatar las recomendaciones, pues se trata de animales que pueden causar la muerte de personas”.

“Debemos estar muy pendientes de que no estén cerca y en caso de ello, tomar distancia y efectuar acciones preventivas”, explica David Echeverri López, Coordinador del Grupo Bosques y Biodiversidad”.

¿Y entonces? ¿Pondrá Coronare garitas elevadas para avisar cuando se acerque un corpulento hipopótamo con ganas de morder o probar carne humana porque además de hierba también comen carne? ¿Y de qué forma los espantamos? ¿a sombrerazos? ¿Cómo a las gallinas o los marranos cuando se cuelan en la huerta?

Cornare en su boletín oficial, reconoce su impotencia para controlar la proliferación de esta peligrosa especie al afirmar que “viene implementando un plan de manejo para esta especie, con el que ya se ha logrado esterilizar 10 hipopótamos y se han reubicado otros 5. Sin embargo, el crecimiento de esta especie es tan compleja que así se hayan desarrollado estas actividades, no se ha logrado controlar el incremento de la población”.

Aunque hay algo positivo en la información de Cornare ya que plantea una solución básica y práctica, además, en esta hambruna que se avecina por la otra plaga, el Covid-19, esta sí invisible, que azota el planeta

Dice Coronare: “también se han realizado estudios que han soportado algunas hipótesis que se tenían sobre los impactos que puede llegar a ocasionar esta especie, de tal manera que a futuro, se argumente de una manera técnica lo que podría representar el sacrifico sanitario de estos animales”.

Yo iría más allá y recomendaría la organización de safaris para aprovechar la carne de hipo, pudiendo solucionar dos problemas de una vez: la proliferación de estos y dar alimento a comunidades, que si acaso comen carne una vez por semana.

Dejo el espacio abierto para escuchar los aullidos -perdón los gritos- de los ambientalistas radicales.