Por las alcantarillas de Medellín arrojan hasta bebés  

Las alcantarillas de una ciudad podrían ser la radiografía de lo que son sus habitantes.
EPM

Los bebés no deseados los encuentra de forma desprevenida cualquier peatón envuelto en una humilde cobija dentro de una caja, o frente a la puerta que se abre y con sorpresa se encuentra que es un diminuto ser humano, también en los basureros y hasta flotando en el Nilo en una canasta -según la leyenda bíblica- pero nunca imagina uno encontrar un bebé flotando en las aguas pestilentes de una alcantarilla.

Y eso es precisamente lo que encontraron en alguna ocasión los funcionarios de EPM encargados de seleccionar los desechos “peligrosos” que llegan por las alcantarillas de Medellín a la planta de tratamiento de aguas residuales del municipio de Bello.

Para los habitantes de este municipio ya es un ingrato recuerdo los olores pestilentes que producía esta planta recién inaugurada y que por fortuna la empresa de servicios públicos ya solucionó, pero quienes fueron los responsables de rescatar el cadáver de un niño tirado a la alcantarilla de cualquier sector de la ciudad, ese olor, o mejor, ese recuerdo, es prácticamente imborrable.

Y quizá las alcantarillas de una ciudad podrían ser la radiografía de lo que son sus habitantes. Y en esta ocasión no podría ser más desalmada. En Bogotá, la encopetada capital colombiana, esta radiografía se aprecia en todo su esplendor en el salto del Río Tequendama, otrora uno de los mayores atractivos turísticos de Cundinamarca y hoy convertido en una cloaca al aire libre.

Quizá no sea solo la radiografía de la descomposición de una ciudad, sino de una sociedad entera. Y el problema no acaba allí. Estamos a pocos pasos de convertir a todo un planeta en una cloaca.

Desechos peligrosos

Una planta de tratamiento de aguas residuales es algo muy complejo, sobre todo cuando se procesa el 84% de las aguas negras de una ciudad como Medellín, con más de dos millones 500 mil habitantes. EPM tuvo todos los problemas del mundo para finalmente poner en funcionamiento su planta, que, entre otras cosas, es orgullo de los antioqueños porque es la primera en su género en el país, por no decir de Latinoamérica.

La PETAR (planta de tratamiento de aguas residuales), como fue bautizada; recibe las aguas residuales de los municipios de Medellín y Bello hasta el sitio en donde reciben tratamiento de tipo secundario, antes de ser descargadas al río Medellín.

Uno de los dolores de cabeza de sus operarios son los desechos peligrosos que llega a través de sus grandes colectores. Algo tan pequeño como una toallita húmeda o un condón, jeringas con agua, son ejemplos de lo que incide en el buen funcionamiento de la planta.

Y también llegan cosas grandes como colchones y muebles que uno no se explica como alcanzan a llegar a las alcantarillas.

Por ello los directivos de la PETAR son muy reiterativos en el llamado a la comunidad para que no arrojen este tipo de desechos por la alcantarilla, ya que entorpecen o dificultan la labor de descontaminación de estas aguas.